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Los anteridios se disponen agrupados y separados por paráfisis en los caulidios, rodeados por filidios perigoniales.
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En los arquegonios, que se sitúan en cortas ramas laterales o en el ápice del caulidio, rodeados de filidios periqueciales, la célula inicial da lugar a las células parietales (que producirán la pared del arquegonio) y una célula central, que se divide y origina la oosfera, la célula del canal del vientre y las células del canal del cuello.
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La fecundación es una oogamia interna.
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Los espermatozoides son atraídos quimotácticamente por las sustancias que desprenden las células del canal del cuello cuando se destruyen.
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El zigoto diploide producido tras la fecundación origina un embrión alargado.
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Al tiempo que se alarga el embrión (que dará lugar a la cápsula, seta y haustorio), las paredes del arquegonio e incluso los tejidos próximos del caulidio son arrastrados y se rompen, y origina, en la zona superior, la caliptra y en la parle inferior, la vagínula.
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Cuando la cápsula está completamente formada, se distingue en ella la columela rodeada por el saco esporifero que contiene las esporas originadas por meiosis de las células del arquesporio.
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El arquesporio nunca forma eláteres ni pseudoeláteres y está separado de las paredes de la cápsula y de la columela por un tejido asimilador con espacios aeríferos.
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La dehiscencia de la cápsula y la salida de las esporas está regulada por la caída del opérculo y los movimientos higroscópicos de los dientes del peristoma.
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Las esporas al germinar producen el protonema.
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Los protonemas en la primera etapa forman filamentos ricos en cloroplastos con tabiques transversales oblicuos (el cloronema), que se van transformando gradualmente en el caulonema, estructura que crece aplicada contra el suelo y es más pobre en cloroplastos. Sobre el caulonema, cuando hay suficiente luz, se forman unas yemas que darán lugar a nuevos gametófitos.
